viernes, 8 de febrero de 2019

CON VENEZUELA



A contrapelo de los mediocres baladistas que respaldan a Guaidó, saludo que uno de los grandes músicos del rock, Roger Waters, ex Pink Floyd, de quien tuve el honor de ver sus dos conciertos en Lima (el último, el año pasado) se haya manifestado contra la injerencia extranjera en los problemas internos de Venezuela, en especial contra las sanciones  y amenazas intervencionistas de la Administración Trump y de sus aliados y corifeos. 

Está claro que la única información que se promueve en los medios de comunicación proviene de los sectores hostiles al gobierno venezolano y a quienes lo apoyan. Por eso ni este pronunciamiento de Roger Waters, ni la carta de intelectuales estadounidenses encabezada por Noam Chomsky, ni tampoco las declaraciones del ex candidato Bernie Sanders han sido difundidas como se debe por la prensa escrita ni en la radio ni Tv de Perú.  Cansa ver que todos los días aparezcan personajes y conocidos derechistas fungiendo de opinólogos e internacionalistas para denostar del régimen venezolano, y para colmo, secundados por los propios entrevistadores. Ese es el modelo de “democracia” que quieren para Venezuela: a la medida de la derecha y de las corporaciones transnacionales.

Hay gente que está atrapada en falsas dicotomías: el “dictador” Nicolás Maduro versus el “demócrata” Juan Guaidó, el socialismo autoritario y “estalinista” de Venezuela versus la izquierda y derecha “democráticas”, la “crisis alimentaria” fomentada por un régimen al que “no le interesa que la gente se muera de hambre” versus la “ayuda humanitaria” ofrecida por el dadivoso Trump y los buenistas países occidentales.
Según el informe de la FAO “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2018” (2018), hay 51 países con inseguridad alimentaria aguda o crisis alimentaria, la mayoría en África y Asia, lo que afecta a más de 120 millones de personas en el mundo. ¿Qué dice ese informe de la FAO sobre la “crisis alimentaria” en Venezuela?  Exactamente lo contrario a lo que sostiene la oposición: no hay inseguridad alimentaria en Venezuela. Algunos dirán que en el informe de este año sí aparecerá, pero sucede que la campaña mediática sobre “crisis alimentaria” en Venezuela ha sido impulsada sistemáticamente por lo menos desde hace cuatro años. Mientras tanto, no hay ninguna cifra oficial sobre “crisis alimentaria” en Venezuela.  Por otro lado, es difícil creer que el tema alimentario en el mundo esté en la agenda de Estados Unidos, menos en este gobierno de Trump. Este año, la ONU ha alertado que más de un millón y medio de somalíes están en situación alimentaria crítica, literalmente se mueren de hambre. Es bueno saber que Somalia está tutelada desde hace varios años por las Naciones Unidas, la Unión Africana y… los Estados Unidos. Desde hace más de una década Estados Unidos ataca con drones el territorio somalí, a ver si da en el blanco contra el grupo yihadista Al Shabab. Los ataques aéreos estadounidenses han aumentado año a año; el hambre en ese país africano también. Ya pueden darse cuenta qué tan real es el interés de Trump sobre el tema de las “crisis alimentarias”.
El envío de alimentos y medicinas a Venezuela por parte de Estados Unidos solo es un artificio con el que se busca acorralar a Maduro y reforzar la idea de que este es un sátrapa insensible contra un pueblo hambriento, con el ya anunciado objetivo de una intervención militar. Ningún gobierno puede aceptar una “ayuda humanitaria” cuando no existe una situación de “crisis alimentaria” y, más aún, cuando la “ayuda” está dirigida a un golpista como Guaidó (hoy ha declarado que está de acuerdo con la opción militar y los periodistas, sin inmutarse, han difundido la noticia con una complicidad abyecta). 
Y para que se tenga una justa medida de qué clase de "satrapía" es la que denuncia la oposición, en enero de este año el gobierno venezolano (de Maduro, el legítimo) ha firmado convenios con la FAO y la UNICEF para continuar desarrollando programas y estrategias en los sectores de educación y alimentación, esa es una muestra palpable de la “insensibilidad” del régimen sobre los problemas que padece el país bolivariano, problemas que por lo demás comparten las tres cuartas partes del mundo, incluido Estados Unidos, donde hay más de 40 millones de pobres (cifras oficiales), y por supuesto Perú, donde casi la mitad de la población rural es pobre (cifras también oficiales, del INEI, aunque en este último caso solo se trate de “pobreza monetaria”, lo que significa que las cifras están maquilladas). Sería bueno que el gobierno de Vizcarra, en vez de hacer de furgón de cola de Estados Unidos junto con el Grupo de Lima, decrete en situación de “crisis alimentaria” al Perú y acepté “ayuda humanitaria” para nuestras zonas rurales, más aún con los desastres naturales que se acaban de presentar en el sur.
Sería conveniente también que quienes acusan de dictadura al gobierno venezolano, consideren que las sociedades capitalistas modernas y su modelo de democracia representativa no han resuelto los problemas de salud, ni de educación, ni de empleo, ni de vivienda, todo lo contrario, acentúan las desigualdades, la violencia y la corrupción, y ya han entrado en una espiral donde la industrialización basada en el consumismo compulsivo y en las tesis desarrollistas están llevando a un muy próximo mundo inhabitable.
Como si fuera un déjà vu, Estados Unidos fracasó en Vietnam y fracasará en Venezuela. Como escritor y periodista cultural repudio el intervencionismo del Grupo de Lima en los asuntos internos de Venezuela y el plan militar en curso de Estados Unidos. Su papel macabro solo traerá ríos de sangre con los que mancharán, una vez más, los nombres de libertad y democracia que históricamente han vulnerado. 




viernes, 29 de enero de 2016

LA BALADA DE CÉSAR ACUÑA & VERÓNIKA MENDOZA



César Acuña es el fiel reflejo del Perú de “emprendedores”, encarna el nuevo paradigma del empresario exitoso que “vino de abajo”. Para quienes concuerdan con los “valores” predominantes, se supone que es admirable una persona que “de la nada” ha llegado en pocos años a amasar una fortuna que le rinde un ingreso anual de 56 millones de soles (ver La República, http://larepublica.pe/impresa/politica/733035-ingresos-y-bienes-de-18-candidatos-presidenciales). Es la narrativa del “éxito” que nos venden todos los días y en todos los formatos. Personas que forman empresas de índole familiar, la mayoría de ellas desarrolladas en la informalidad (el 70% de la Población Económicamente Activa en nuestro país es informal según el INEI) y que se valen de la viveza para ingeniárselas con negocios que lindan con la ilegalidad y que tienen como una única exigencia vender cualquier producto a toda costa y en desmedro de la calidad (su arquetipo: la Universidad César Vallejo).


Por eso Acuña es, en verdad, un referente genuino del “nuevo Perú emergente”.  Empresario, con mucho dinero, sin escrúpulos y sin cultura. No es necesario tener a mano ningún cuadro estadístico para comprobar que la mayoría de “nuevos ricos” y de la “clase media emergente” se compone de semianalfabetos funcionales como él. Gente cuyo objetivo de vida es acumular dinero y propiedades. ¿Leer libros? Con eso no se come. ¿Educación? Solo como negocio. Sinceridad ante todo. Como cuando hace unos años, en la inauguración de la feria del libro de Trujillo como alcalde, Acuña confesara sin ruborizarse que nunca había leído un solo libro.


De modo que no me sorprende que al candidato presidencial con la tercera opción a pasar a segunda vuelta le hayan descubierto un plagio, nada menos que en su tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid. Y ya han descubierto sus facultades de copista en por lo menos una de dos maestrías, en la sustentada en la Universidad de Lima. Pero el hombre tiene otra maestría por la Universidad de los Andes y un “postdoctorado” en la Universidad Santo Tomás de Colombia, concluido en el 2013. Tremenda hazaña para alguien que se ufana de no leer. Lo más probable es que también esos trabajos académicos sean hurtos hábilmente disimulados de textos ajenos. Y como haber sido puesto en evidencia públicamente no es suficiente y nos satisface cuando el ensañamiento se torna cruel, hoy el semanario Hildebrandt en sus Trece ha recordado que César Acuña se tituló de ingeniero químico a pesar de que su sustentación de la tesis fue desaprobada "por unanimidad" por el jurado, a la cual calificaron de "hilarante".


Pero para mí la condición de iletrado y plagiario de Acuña es parte de la anécdota. Es claro que la diferencia en calidad moral entre un plagiador (Acuña), un expresidente con falso doctorado (García) y una posible presidenta con estudios en el extranjero costeados con dinero del erario (Keiko), es igual a cero. Si luego de comprobarse el plagio, el JNE inhabilita la candidatura presidencial del líder de APP, también debería hacer lo mismo con las de Alan “cuatro esquinas” y la hija del reo Fujimori. Y tampoco debió aceptarse la postulación de un individuo con doble nacionalidad para representar al Estado peruano (Kuczynski), ni a otro que ha mostrado su entraña pro israelí (Julio Guzmán). Si es escandaloso que el gobierno humalista mantenga a su embajadora francoperuana en Francia, es inadmisible que no haya mecanismos desde el Estado y los entes electorales para impedir que candidatee gente con doble nacionalidad o que explícitamente ha manifestado su subordinación a los intereses de otro país (un país como Israel que, además, es condenado por la comunidad internacional –excepto EE.UU.- por las atrocidades que comete contra los palestinos).


Esta permisividad electoral y estos candidatos impresentables son posibles porque vivimos en medio de un circo “democrático”. A esas personas a las que les gusta hacer cargamontón en las redes sociales a otros países con el trillado argumento de la defensa de la “democracia”, sería bueno que abrieran los ojos y se vieran en el espejo del propio país en el que viven y la “democracia” real que avalan cada cinco años con su voto. Y si les parece muy democrático todo esto, pues bien, no se quejen de los Acuña, los Alan, las Keiko, los PPK, los Julios Guzmán, los Toledo, etc., existentes y por venir, algunos de los cuales nos seguirán gobernando/robando por los próximos años o décadas hasta que, de los sectores marginados o descontentos, surja un nuevo reclamo de un Pachacuti o, en el mejor de los casos, un verdadero candidato “outsider” (y no un arlequín sin personalidad como Humala).


¿Y la izquierda? ¿Y Verónika Mendoza? La verdad es que en esta lid electoral hay por lo menos tres candidaturas de izquierda. La del Frente Amplio, con Mendoza, la de Perú Libertario, con el exgobernador de Junín Vladimir Cerrón, y la de Democracia Directa, con el encarcelado exgobernador de Cajamarca Gregorio Santos. Y también, aunque la mayoría los ignore y de seguro serán rechazados por el JEE, están los del Fudepp, con gente del Movadef pero también con otros políticos de la izquierda tradicional como el casi legendario Ricardo Letts entre quienes encabezan su lista congresal. Y si seguimos hurgando en las listas de otros candidatos, se podrán hallar otros “izquierdistas” hasta con Keiko y Acuña. Uno de estos casos es el del padre de Ollanta Humala, don Isaac, quien aún intenta postular a la vicepresidencia por el frente Siempre Unidos (de Felipe Castillo), con un discurso de izquierda que es un híbrido de marxismo andino y etnonacionalismo (reivindicación del Tawantinsuyo y del mariscal Cáceres).  De modo que la candidatura de Verónika Mendoza solo es una de las que están en campaña con discurso izquierdista, no la única, aunque sea promovida por Diario Uno y Hildebrandt en sus Trece, y en menor medida por La República.


Algunos dirán que el Frente Amplio tiene una propuesta “democrática” y viable y no extremista ni folclórica como las otras mencionadas. Si “democrático” es sinónimo de “moderado”, “tibiamente reformista”, casi “colaboracionista” con el sistema, sí es cierto. Ya vimos cómo en el Foro Anticorrupción el único que señaló como parte del problema al capitalismo y a la globalización propiciada por las transnacionales no fue Verónika Mendoza sino Vladimir Cerrón (aún veo a los narradores de noticias de TV Perú-Canal 7 algo incómodos por su participación). Es que el discurso del Frente Amplio en general es un postmarxismo que ha recalado en un ecologismo incongruente. Basta detenerse en las explicaciones de su equipo económico. Por ejemplo, en un reciente artículo publicado en la revista de Hildebrandt (22/1/2016), Pedro Francke se jacta de que ellos plantean promover la inversión privada en mayor medida que los liberales de derecha. No extraña ese “izquierdismo” en un frente que cuenta entre sus economistas más preclaros a un ex alto funcionario del BCR (Dancourt). Y si hay alguna duda de que el cambio económico propuesto por el Frente Amplio no será más que un maquillaje al modelo imperante, está su “avezada” propuesta de subir la remuneración mínima de los actuales y misérrimos 750 soles a los no menos vergonzosos 1,000 soles. Por favor, cómo llamarse de izquierda en este país y hacer caso omiso a la exigencia de la CGTP de elevar el sueldo mínimo a 1,500 soles, por la sencilla razón económica de que la canasta básica familiar bordea los 1,550 soles según cifras del propio INEI. ¿O los economistas del Frente Amplio parten de la lógica liberal según la cual, como ese monto básico se refiere a la canasta “familiar” y la familia tradicional la encabezan dos hipotéticos progenitores-aportantes, al ganar cada uno 750 soles dicha canasta ya está cubierta? Otra vez el único candidato que propone subir la remuneración mínima a 1,500 soles es Cerrón (al menos, hasta que conozcamos las propuestas de Gregorio Santos, en la eventualidad que lo liberen o que algún dirigente de Democracia Directa comience a tener alguna exposición mediática). Es más, no solo debería plantearse el aumento del sueldo mínimo, sino el aumento general de sueldos, congelados desde hace décadas. Esa sí es una bandera auténticamente de izquierda, pero exigir eso al moderantismo del Frente Amplio sería como pedir peras al olmo.


Otro asunto impensable es que la candidatura de Verónika Mendoza pueda ser viable. Por más que algunos entusiastas se desvivan en las redes sociales publicitándola, sus posibilidades de ser elegida presidenta son nulas. Y no por su magro 2 por ciento en intención de voto, el cual, quién sabe, con una campaña más enérgica y un discurso más “antisistema”, podría remontar hasta un digno 15 o 18 por ciento, porcentaje suficiente para ir a la segunda vuelta… pero con quién, con Keiko, la hija del reo Fujimori. Y allí está el problema. El fujimorismo representa casi el tercio del electorado y el fujimorismo sin Fujimori (PPK, García, Toledo, Acuña, Guzmán, Urresti, y siguen) otro tercio. Ya vimos cómo en el año 2006 esos dos tercios le dieron la victoria a Alan García frente al “chavista” Ollanta Humala. ¿Qué estrategia podrían concebir en el Frente Amplio para convencer a dos tercios del electorado pro sistema, manteniendo un plan de gobierno similar al de la Gran Transformación ollantista? ¿O también se postrarían ante sectores de la derecha intelectual, como el clan Vargas Llosa, abjurando de su plan de gobierno primigenio y aceptando más “compromisos” con el actual modelo? Por lo demás, el efecto “outsider” puede funcionar más en Cerrón o en Santos que en Mendoza (ambos son de provincias y con amplias bases populares en la sierra, mientras que el grueso de los potenciales votantes de Verónika provienen de sectores urbanos, de los llamados estratos A y B). Pero cualquier “outsider” en la segunda vuelta, en la actual coyuntura, solo le haría un gran favor al fujimorismo para que retorne a lo grande, con más rapiña, represión y eliminación de derechos en los próximos años o décadas. Como diría John Lennon, “that is reality”.


Así que, descartada la izquierda como gobierno el 2016, veamos qué es peor, ¿un plagiario con una lista llena de “caviares” o el fujimorismo “reloaded” de Keiko?, ¿un lobista estadounidense nacido en Miraflores, representante de la derecha liberal, o la hija del reo japonés?, ¿un ladrón de marca mayor aún conectado con la socialdemocracia internacional, o el partido que se está guardando a Martha Chávez para un posible cargo de ministra? Habrá quien ante esos escenarios extremos, aún tenga esperanzas en el repunte de Toledo o de Barnechea, total, soñar no cuesta nada. Es improbable, aunque no imposible.


Y la izquierda… la izquierda, como escribió hace poco Hugo Blanco, mejor que se dedique a otras tareas y abandone el electorerismo, porque por ese camino no encontrará ninguna salida.